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Testimonio Claudia y Oscar

Marzo 15, 2014

Agradecemos muchísimo la oportunidad que se nos ha dado de compartir un poquito lo que ha sido Recién Casados en nuestra vida. Ojalá que este testimonio de vida que sale del fondo de nuestro corazón sirva para que muchos más matrimonios se acerquen a Dios y puedan como nosotros recibir las bendiciones que el siempre tiene reservadas en su divino plan de vida.

Somos un matrimonio con 8 años de novios y 8 años de casados, 16 años compartiendo juntos una vida, y hoy en día, felices, muy muy felices y lo que le sigue, enamorados como nunca antes, y lo más importante, con la firme convicción de que nuestro matrimomio se compone de tres, primeramente Dios y después nosotros.

La historia de nosotros comenzó hace ya 16 años cuando de un flechazo muy fuerte nos enamoramos, y sin pensarlo mucho al cabo de un mes nos hicimos novios, un noviazgo bastante difícil, de diferentes personalidades y caracteres, muy inmaduros, en una relación llena de miedos, de celos, angustias, inseguridades. Estábamos muy enamorados, eso sin duda, pero simplemente se nos había hecho algo normal el discutir siempre, sabíamos que nos amabamos y que había cosas muy hermosas que eran las que nos mantenían unidos, pero nos faltaba algo.

Aún así, medio arrebatados, aprensivos y posesivos uno con el otro creíamos que eramos felices, eso de enojarnos por todo para nosotros era ya muy normal.

Fueron años hermosos, claro,  desde la perspectiva del cariño o el enamoramiento, pero ahora podemos decir que una relación mucho muy falta del amor de Dios, 8 años que tuvimos que pasar con la ignorancia de no conocer verdaderamente a Dios, 8 años que aún sin estar cerca de Dios, Él siempre estuvo con nosotros muy de cerca, inclusive acompañándonos en situaciones demasiado complicadas. Antes no podíamos entender porqué salíamos de cosas tan difíciles, ahora sabemos que era siempre la mano de Dios que intercedía por nosotros.

Decidímos casarnos y ¿que pasó?… Que no era un matrimonio en Dios, seguían los celos, los problemas, las inseguridades, la falta de confianza pero ahora elevados a las quinta potencia, y a veces no entendíamos porqué si nos amábamos tanto y estábamos seguros de eso no nos sentíamos plenos, los problemas aparecían siempre de todos lados y por todo, esto logicamente nos llevaba a vivir una vida del día a día, cada quien con sus intereses, cada quien con sus amigos y el pensar en una familia no estaba en la lista. Ese no era un tema ni siquiera de discusión, simplemente no nos pasaba por la mente, los problemas y las discusiones ocupaban la mayor parte del poco tiempo que nos veíamos y estábamos juntos.

Creo que lo único que teníamos claro es que los hijos no vendrían a arreglarnos los problemas, habíamos visto tantos casos Oscar y yo, tantos matrimonios con problemas y con hijos que estabamos asustados porque lo que ya vivíamos era demasiado.

Yo Oscar, confieso que era una persona con muy poca fé en Dios, debido a circunstacias de una vida muy dura desde pequeño. Y recio en mis convicciones, me negaba a creer en la fé en Dios y cuestionaba tantas cosas.

Yo Claudia, puedo decir que muchas veces busqué ayuda para resolver nuestros problemas por medio de psicólogos, con el fin de encontrar la mejor manera de solucionarlos, pero ahora era más dificil, ya no eramos novios, eramos un matrimonio. Esa frase tan trillada que dicen, “cuando nos casemos va a cambiar” ja ja ja,  yo  ingenuamente lo pensé.

Nuestro matrimonio tocó fondo ..… y  lo que seguía era definitavente el divorcio, ya no estábamos  dispuestos ninguno de los dos  a seguir  viviendo así, y aunque yo pedía a Dios que se solucionara, que nuestro matrimonio tuviera otro rumbo,  no veía respuesta , esta relación se había fundado sobre bases muy flojas las cuales era difícil ahora componer.

Un día cualquiera de hace dos años, llega Oscar a casa y me dice que un amigo lo había invitado a un grupo de matrimonios en donde llevában un libro y platicaban temas de la relación de pareja y cosas de Dios. “¿Quieres ir Claudia?”, me dijo, y como yo ya no podía perder nada más, dije “va, vamos”.

Hoy en día podemos decir ambos que fue LA MEJOR, LA MEJOR, así con mayúsculas, negritas y subrayado… la mejor desición de nuestra vida.

Esa realmente era una invitación de Dios a cambiar nuestra vida, ahora sabemos que Dios se vale de personas y las utiliza como medio para llegar a nosotros.

Nos dimos cuenta que Dios nos escucha y que cuando pedimos con fé, con mucha fé, Él nos concede.

Conocímos personas maravillosas, nuestros guías, entre otros amigos que ahora son muy cercanos a nosotros, y nos reuníamos cada 15 días a revisar los temas del libro, a platicarlos, discutirlos  y a hacer oración. Por que no todo era hablar de Dios, eran temas fuertes de pareja en donde todos opinábamos y comentábamos, al final realizábamos la dinámica del libro y terminábamos con una oración. En cada sesión que teníamos, nos llevábamos a casa la reflexión del libro.
Poco a poco yo me daba cuenta que Oscar reaccionaba diferente y tenía diferente actitud,  y  que yo misma de igual manera estaba actuando diferente, empezamos a ir a misa todos los domingos porque si no era así sentíamos que no iniciábamos bien la semana, que nos faltaba algo más .

Nos sorprendíamos de que en el grupo había matrimonios con problemáticas parecidas  y que eso era parte del matrimonio, y no era tan malo, ni eramos los únicos en vivirlo, solo era cuestión de detectar los errores, entenderlos, aceptarlos y saberlos sobrellevar.

Al fin y al cabo no somos perfectos, somos seres humanos que cometemos errores todos los días y a cada momento, la diferencia era la actitud que conseguimos de querer cambiar esos errores y poner manos a la obra en ellos.

Recién Casados nos enseñó el camino para estar cerca de Dios, y que el amor no es la princesa y el principe azul de Walt Disney, ni siquiera el final feliz de las novelas; el amor es entender y saber que Dios está presente,  y vive en nuestros corazones, y que día a día nos enseña a ser una mejor pareja, mejores personas, y que nos da la fuerza y paciencia necesaria para preparárnos y aprender a perdonar, aceptar, dialogar, admirar, pensar en el prójimo, y dar lo mejor de nosotros.

Yo Oscar, cada uno de mis días agradezco a Dios por poner en mi camino a esta hermosa y buena mujer Claudia,  que fue terca y perseverante y me hizo cambiar; me ayudó a poner mi fé en otro nivel. Gracias a ella conocí de cerca a Dios y tuve un gran encuentro con él.

Hoy en día nuestra misma familia y amigos nos preguntan, qué nos pasó, que nos vemos diferentes, que se nos siente diferentes. La respuesta que nosotros damos es: nos acercamos más a Dios, simplemente lo dejámos entrar en nuestra vida y nuestro hogar.

Hoy nuestro amor es tan grande que deseamos infinitamente tener bebés, ser una familia en donde podamos inculcar el amor de Dios a nuestros hijos, el enseñarles con ejemplo lo que es el amor, y sabemos, que así como Dios nos escuchó y ahora realmente somos un matrimonio en Dios,  así muy pronto nos bendecirá con la llegada de un hijo.

A todos ustedes que leen esto, en verdad les decimos que nuestra vida es un antes y después de “Recién Casados”. Ésta paz que Dios a través de la información de este libro nos dió, es el mejor regalo de vida que hemos tenido y estamos comprometidos con nosotros mismos a seguir cosechando este amor a seguir regando esta semilla de amor que Dios sembró en nosotros para estar listos y preparados para cuando Él y sólo Él crea que es el tiempo para dar frutos.

Muchas gracias y bendiciones infinitas.

Oscar y Claudia

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