“¿Un embarazo? no gracias.”
Autor: Mónica Olvera Macedo.
Hay personas o parejas cuya única preocupación es lograr el objetivo de no embarazarse y como están tan apuradas porque esto sea así, recurren a lo que ellos creen es el mejor medio contraceptivo; en algunos casos pasando por alto los efectos secundarios, en otros casos, creyendo que a ellos no les pasará nada de lo que causa y en otros más, aceptando el costo con tal de evitar el “riesgo” de un embarazo.
Me parece triste el que se viva con tanto miedo y angustia el hecho de quedar embarazados. He escuchado mujeres que se quejan de ser “muy fértiles”, o esposos que dicen, ¡qué horror, con verla se embaraza! Cada quien tendrá sus razones de por qué ver un hijo como algo indeseado.
Sé por propia experiencia, por amigos y familiares que un hijo definitivamente es una “carguita”, una “rentita”; sin embargo no sé si coincidan en que tendemos a quejarnos mucho de lo pesado que es un hijo, de que acabamos muertos el día, de que no podemos hacer nada porque los tenemos que cuidar, que se nos va todo el dinero en doctores, etc. Es muy común la tendencia a quejarnos de cualquier cosa y a hablar poco de las cosas buenas y maravillosas que tenemos y vivimos todos los días. No es tan habitual escuchar comentarios como: ¡qué increíble, estoy embarazada!; mi hijo ya cumplió un mes; mi hijo, hoy, está sano; mi bebé me hace reír todo el día… No compartimos lo mucho que nos llena ser padres o madres, tanto como lo que nos cuesta serlo.
El problema es que la cultura se va haciendo también de lo que se habla, si hablamos mal de tener muchos hijos, tenderemos a pensar que es mejor no tenerlos o tener los menos indispensables (la clásica parejita). Disfrutaremos menos de su presencia e incluso podremos llegar a medidas extremas como la esterilización. Quizá después nos demos cuenta que nos dejamos llevar por la presión social o familiar de ser “responsables y prudentes”, que en el fondo es un mensaje de: no son capaces de tener un hijo más. Puede ser el extremo agotamiento de la etapa con hijos pequeños, una mala racha emocional, la aspiración a una vida cómoda y menos complicada, el desarrollo profesional, etc.
El caso es que como la fertilidad es un regalo, una maravillosa posibilidad, vale la pena preservarla, no deshacernos de ella, a menos que haya un problema en los órganos reproductivos y haya que operar. Si por alguna razón grave se necesitan espaciar los embarazos o ya no tener hijos, existen medios exitosos para prevenir el embarazo, sin tener que tomar o usar nada artificial y mucho menos llegar a esterilizarte. Con gusto podemos informarte en lo que puede ser una necesidad lícita, a través de medios lícitos y moralmente correctos.