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La familia como embajadora de la gracia

 

por Maleni Grider en SomosRC.mx

“¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!”
Papa Francisco

Porque hemos oído y recibido el mensaje redentor de la gracia de Dios, hemos al mismo tiempo adquirido el gafete de embajadores de ésta. ¿Qué hace un embajador? Representa a un país. De modo que somos representantes del nombre de Cristo. “Todo eso es obra de Dios, que nos reconcilió con él en Cristo y que a nosotros nos encomienda el mensaje de la reconciliación. Pues en Cristo Dios estaba reconciliando el mundo con él; ya no tomaba en cuenta los pecados de los hombres, sino que a nosotros nos entregaba el mensaje de la reconciliación. Nos presentamos, pues, como embajadores de Cristo, como si Dios mismo les exhortara por nuestra boca. En nombre de Cristo les rogamos: ¡déjense reconciliar con Dios!” 2 Corintios 5:18-20.

Comenzando por la salvación, como criaturas nuevas, separadas para el amor de Dios, nuestra principal misión es aprender a vivir en el amor de Cristo, perdonando de manera constante, en una actitud de arrepentimiento cada día, buscando la humildad y renunciando al desenfreno, a fin de consagrar nuestra vida a las cosas del Reino. Cuando nuestra familia es una familia cristocéntrica, los dones se manifiestan inmediatamente en nuestros hijos y podemos alimentar las prácticas de la piedad para testimonio al mundo.

Una familia que ama a Cristo guarda la unidad, obedece los mandamientos, asiste a la iglesia regularmente, practica la oración en el hogar, y donde quiera que vaya lleva alegría a los corazones de otras familias. Una familia que sigue las pisadas del nazareno se convierte en una pequeña Iglesia que adora a Dios. El mundo puede distinguir a una familia cristiana cuando mira el amor que se prodigan unos a otros. Hoy en día, las familias llevan en sí una carga de disfuncionalidad dolorosa, pero cuando Jesús entra en un hogar todo puede ser reestructurado, sanado y bendecido en los miembros de la familia, para la gloria de Dios.

Nuestra tarea como creyentes, como familias cristianas, es ser ejemplo, luz del mundo, es llevar el mensaje de la reconciliación al mundo. Nuestra fuerza reside en Cristo, nuestro equilibrio viene de lo alto. La convivencia con otras familias que amen a Dios y asistan a la iglesia promoverá un mejor desarrollo en nuestros hijos. Nuestro matrimonio podrá contar con la amistad de otros matrimonios cuyos valores cristianos imperen en su hogar, como en el nuestro.

Al igual que el embajador de un país, cuya responsabilidad es enorme pues aboga por toda una nación, nosotros tenemos la gran comisión de anunciar el Evangelio y predicar a otros con el ejemplo. Si no reflejamos el amor de Cristo, algo tiene que ser vigilado y modificado en nuestro hogar. La consejería de un superior dentro de la Iglesia puede ser de gran ayuda en ese caso. Jesús quiere familias llenas de gracia, listas para ofrecer su servicio a otros que lo necesiten.

Además del propósito principal de la familia, que es una vida llena de felicidad, no hay misión más grande para ésta que la de ser portadora del mensaje de la fe. “En su camino familiar, ustedes comparten tantos momentos inolvidables: las comidas, el descanso, las tareas de la casa, la diversión, la oración, las excursiones y peregrinaciones, la solidaridad con los necesitados… Sin embargo, si falta el amor, falta la alegría, pero el amor auténtico nos lo da Jesús.” Papa Francisco.

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